Un plan cultural para este verano en Barcelona

Adoro Barcelona. No lo puedo evitar. Siempre hay algo que hacer, especialmente en todo lo relacionado con el sector cultural, como la exposición de este verano de Duane Michals de la que ahora os hablaré. Cuando vivía en Madrid, recuerdo que viajaba al menos una vez al mes para visitar las novedades en las exposiciones, especialmente las de fotografía, que son mis favoritas. Y así hasta que un día a mi novio le salió allí un trabajo mejor y yo no dudé en dejar el mío y emprender una nueva vida yéndome con él a la que sigue siendo mi favorita. Traspasé la tienda de ropa que tenía en una céntrica calle del barrio de Chamberí y abrí una hermosa librería en las Ramblas para la que tuve que reformar un local.

Si alguna vez tenéis que hacer algo similar os recomiendo Viver, son especialistas en locales comerciales y se nota mucho. Esta empresa de reformas me ayudó a tener el local soñado. La conocí por recomendación de uno de los nuevos compañeros de trabajo de mi marido, cuya esposa tenía también un establecimiento, una galería de arte, que cuando la conocí me dejó sorprendida por su elegancia y belleza (la del local, aparte de la de la esposa de este nuevo amigo). Quise preguntarle por qué le había preparado ese local y me dieron el nombre de Viver, que lleva más de 40 años realizando reformas de establecimientos comerciales y fabricando mobiliario comercial a medida y en serie. Proyectos de obra de principio a fin, llaves en mano.

Y es que para hacerme un hueco en una ciudad donde todo lo cultural se valora tanto tenía que tener un establecimiento de lo más bonito, con un hermoso mostrador de madera y unas estanterías y una escalera central que quería que recordase a la librería Lello de Oporto, y más siendo una tienda de libros, un punto de encuentro de intelectuales y donde también se organizan mesas redondas. Esta semana, por ejemplo, hemos estado hablando del artista norteamericano Duane Michals (McKeesport, Pennsylvania, 1932), uno de los grandes nombres de la fotografía contemporánea, de quien justamente este verano tenemos una exposición en la ciudad que os quiero recomendar.

La muestra, compuesta por 175 obras (cerca de 275 fotografías) y distribuida en doce secciones, propone un recorrido que abarca tanto las series que sucesivamente han formado la trayectoria de Michals como sus diferentes modalidades expresivas: desde la sugestiva soledad de Empty New York hasta los recientes cortometrajes en video. Incluyendo amplia antología de su obra comercial, que con el tiempo ha configurado una atractiva galería de retratos de personalidades de la cultura y el espectáculo.

Para completar el recorrido, se exponen en las vitrinas documentos, dibujos originales o maquetas de libros nunca antes presentados, así como una biografía ilustrada.

La dedicación a la fotografía de Michals surgió de forma azarosa durante un viaje de vacaciones a Rusia en 1958, sin haber recibido nunca formación fotográfica. Ese distanciamiento de las convenciones del establishment fotográfico le ha permitido desplegar su personal búsqueda artística desde una irrenunciable libertad creativa, aunque, en paralelo desarrollaba una exitosa trayectoria comercial centrada sobre todo en retratos por encargos de revistas, instituciones o particulares.

La singularidad de Michals surge de su particular concepción de la representación fotográfica: para él no es tanto el testimonio de un acontecimiento o de la apariencia de las cosas (la realidad fotografiable), como la expresión de su interés por el lenguaje poético y por los aspectos más profundos e inaccesibles de la vida para desvelar, a través de ellos, lo que permanece oculto en las circunstancias vitales del ser humano, como él mismo lo ha expresado (When you look at my photographs, you are looking at my thoughts / Al contemplar mis fotografías, estás contemplando mis pensamientos). Su pasión por Balthus, Magritte y De Chirico, a los que quiso conocer en persona y retratar, refleja claramente esa atracción hacia lo inconsciente y el surrealismo, aspectos ambos muy evidentes en muchas de sus imaginativas creaciones.

Un artista de referencia

Su importancia como impulsor de cambios radicales en la concepción de la imagen se pone de manifiesto en un rápido repaso de algunos de los hitos de su carrera: la introducción, en los sesenta, de la secuencia fotográfica como técnica narrativa; la superposición (en esos mismos años) de breves textos sobre las imágenes, con objeto de aclarar su significado y su interrelación, en un claro desmentido del tópico “una imagen vale más que mil palabras”; el significativo título que eligió para la serie dedicada a los vicios y virtudes del arte contemporáneo: How Photography lost its Virginity on the Way to the Bank (“Cómo la Fotografía perdió su virginidad camino del banco”); o, más recientemente, y ya octogenario, la continua invención de formas y técnicas para encauzar sus necesidades expresivas, desde las obras en color positivadas en forma de abanico como exploración de la fluctuante vida contemporánea, a la reinterpretación de viejos ferrotipos en los que superpone signos y palabras trazados al óleo.

Su distanciamiento de los cánones de la práctica fotográfica se evidencia también, y rotundamente, en el aspecto formal de su obra: Michals positiva con frecuencia en pequeño formato, en parte como expresión de su rechazo a las prácticas del mercado pero también por la sensación de intimidad que el tamaño reducido suscita al contemplar la obra: “I am not interested in the perfect print. I am interested in a perfect idea. Perfect ideas survive bad prints and cheap reproductions. They can change our lives” (“No me interesa la copia perfecta. Me interesa la idea perfecta. Las ideas perfectas sobreviven a las malas copias y las reproducciones baratas. Y pueden cambiar nuestras vidas”).

 

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