Barcelona, una referencia en la seguridad en trabajos en altura

Una de las zonas económicas de mayor importancia dentro de nuestro país ha sido, tradicionalmente, la comunidad autónoma de Cataluña. En efecto, sus cuatro provincias han sido testigo de cómo las actividades económicas que en ellas han tenido lugar han sido, en incontables ocasiones, las salvadoras de los datos estadísticos de desempleo, del PIB o de demás indicadores económicos nacionales. Y es que Cataluña ha sido un lugar que, en lo que se refiere a trabajo y emprendimiento, ha superado a Madrid en muchos factores.

El secreto que ha encerrado este éxito tiene que ver con la diversidad de acciones que son posibles en Cataluña. No en vano, sin salir de su territorio se puede practicar el turismo de sol y de playa, el sky o el turismo cultural. Eso es algo de lo que Madrid, por ejemplo, no puede presumir. En este caso, ese tipo de posibilidades marca la diferencia entre las dos zonas de España llamadas a competir por liderar la economía española.

El sector de la construcción, que ha venido siendo uno de los principales en nuestro país desde hace varias décadas, ha tenido una importancia también muy grande en una zona como la catalana y, en especial, en una ciudad como lo es Barcelona. Según indican los datos del diario Expansión, sólo en la capital de Cataluña hay 200 empresas que se dedican a la construcción y las obras en general, una cifra que no es para nada desdeñable y que pone de manifiesto que este sector sigue muy vivo a pesar de la gran incidencia que en él ha tenido la crisis económica que parece que ya estamos superando.

Podríamos decir que, en Cataluña, el sector de la construcción tiene un bastión debido a que ciudades como Barcelona vienen apostando, desde hace muchos años (desde incluso antes de que los Juegos Olímpicos llegaran a la Ciudad Condal en 1992) por la rehabilitación continua de edificios, lo que sin duda hace posible que siempre haya trabajo que acometer en algún lugar de la ciudad.

Sigue siendo un trabajo peligroso

Trabajar en la construcción nunca ha sido fácil. Ha sido necesario pelear mucho para que sus trabajadores consigan los derechos de protección que les librasen de tener que estar de manera permanente poniendo su vida en peligro para cumplir con su labor. Esos años, por suerte, ya han quedado atrás y ahora hay una mayor concienciación al respecto, a pesar de lo cual también se han dado casos de muertes y demás incidentes en obras durante los últimos años.

Según han indicado en un estudio reciente los profesionales de Workprotec, una de las entidades encargadas de velar por la seguridad de trabajos en altura, las empresas de construcción barcelonesas son, a nivel estatal, las que una mayor concienciación han demostrado tener respecto a lo que tiene que ver con la seguridad de sus trabajadores, lgo que sin duda es un motivo de orgullo para todo aquel que desempeñe una actividad relacionada con este sector en un lugar como lo es la Ciudad Condal, en el que además goza de una importancia elemental.

Es evidente que, en el resto de España, la situación también ha mejorado con respecto a los años del ‘boom’ de la construcción, en los que fueron muchos y muy sonados los casos de muertes por falta de material protector. Hay que recordar que, como apunta la Organización Internacional del Trabajo, la construcción es un trabajo peligroso puesto que en él fallecen, todavía a día de hoy, 108.000 trabajadores en todo el mundo, una cifra que conviene aclarar que se produce como consecuencia de la inexistencia de medidas de seguridad en países que están en vías de desarrollo.

Sabemos cómo mejorar estas cifras ya no sólo en Barcelona, sino en el resto del mundo. Existen sistemas que cuentan con una eficacia extraordinaria a la hora de evitar cualquier tipo de incidencia en una obra o en cualquier tipo de trabajo que implique desarrollar una labor en altura. Saber exportar esos sistemas es la clave para que dejen de producirse desgracias laborales en este mundo, algo que por desgracia todavía sigue siendo muy habitual más allá de nuestras fronteras y que también sufrimos, en parte, en el interior de las misma.

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