Barcelona es una de las preciosas perlas que el Mar Mediterráneo regala en sus costas. Acunada por el suave oleaje, ensalzada por el clima benigno y bendecida por unas magníficas infraestructuras de transporte por vía terrícola, marítima y aérea, la ciudad condal y su provincia circundante son uno de los destinos más apreciados en lo que al turismo marítimo se refiere. Si nos extendemos a toda la comunidad autónoma, Cataluña ofrece 580 kilómetros de costa, bañadas por un agua que mantiene a lo largo del año una temperatura constante y agradable, situada entre los 11 y los 16 grados centígrados. Dado que la cuenca mediterránea se enclava en un mar interior, la salobridad del agua es mayor a causa de los efectos de la evaporación, si bien por el contrario no presenta apenas alteraciones derivadas de los cambios de marea.
La costa catalana alterna los promontorios agrestes y escarpados con las playas de arena fina. En consecuencia, cabe diferenciar tres sectores particulares dentro de este territorio. La primera es la Costa de Poniente, que transcurre entre el delta del Ebro y Barcelona, caracterizada por vastos arenales y playas de dunas y que encuentra su mejor exponente en la Costa Dorada. Más al norte se halla la Costa de Levante, delimitada por la capital catalana y el río Tordera, que desemboca formando un delta entre los municipios de Blanes y Malgrat de Mar. Sus playas son más estrechas, hondas y poseen una arena de grano más grueso. Ocupando por completo el litoral gerundense está la Costa Brava, de aguas profundas y orografía accidentada. Acoge hitos de la geografía ibérica como los cabos de Creus, Salines, Begur, Roig, Garraf y Salou.
Las playas de la capital
El trazado urbano de Barcelona, en su expansión, ha tendido a dar la espalda al litoral, error subsanado durante las últimas décadas. Por tradición, la playa de la Barceloneta, situada en el barrio homónimo, suponía, junto a la playa de Sant Sebastià, el único reducto en el que los naturales de la ciudad podían tener acceso a un baño de agua marina sin tener que salir de la capital. La liberalización de su espacio a partir de la década de los setenta, en la que se suprimieron los numerosos balnearios y recintos privados y se sustituyeron por amplias zonas de recreo público y merenderos –más tarde eliminados también a causa de la Ley de Costas de 1990-, las han convertido en playas populares y muy concurridas.
A día de hoy gozan de todos los servicios y acondicionamientos necesarios para justificar su óptima calidad –limpieza, sostenibilidad, seguridad náutica-, acreditada por la concesión de las simbólicas banderas azules. Idénticas ventajas ofrece la serie de playas que comienza a partir del Port Olimpic: Nova Icària, Bogatell, Mar Bella y Nova Mar Bella. Además de tomar el sol y chapotear entre las olas, las playas disponen de numerosas opciones de ocio, como los hidropedales y las rutas en kayak, una actividad saludable, llena de adrenalina y completamente segura (siempre que los tripulantes lleven abrochados los chalecos salvavidas). Si queremos realizar cualquiera de estas actividades, podemos consultar a empresas como Ausmar, Hidropedales Marengo, Balsamar o Nautimar.
Claro que si uno es de secano, siempre puede conformarse con una relajante caminata mirando al mar desde el paseo marítimo, poblado de terrazas con lo más selecto de las viandas locales y nacionales.
El paraíso de los cruceros
Barcelona es la principal ciudad del Mediterráneo en el mundo de los cruceros, parada obligada gracias a su impresionante patrimonio cultural, su destacada cultura gastronómica y su vida comercial y nocturna. Para gestionar todo este tráfico marítimo, en el que se dan cita las más exclusivas compañías, Barcelona consta de tres puertos deportivos, el Port Vell, el Port Olímpic y el Port de Sant Adrià, este último destinado a las embarcaciones particulares de pequeña y mediana eslora. Hacerse con un título de patrón de recreo permite alquilar una de estas naves y embarcarse en un viaje de placer a lo largo de las costas de Cataluña.
Avistamiento de cetáceos
Las aguas de la costa barcelonesa gozan de una exuberante diversidad ecológica. Desde el Puerto Olímpico y otros puertos externos a la capital como el de Casteldefells es posible organizar excitantes expediciones para avistar aquellas especies que tienen su hogar en esta área. Destacan las ocho poblaciones de cetáceos existentes en el Mar Mediterráneo (el rorcual común, el cachalote, el delfín listado, el delfín mular, el delfín común, el calderón gris, el calderón común y el extraño zifio de Cuvier), así como las focas monje (en peligro de extinción en la actualidad) y las tortugas marinas (tortugas bobas y tortugas verdes, principalmente). Ideal para familias, grupos de amigos o incluso como evento empresarial.